Tu trato con los animales hablará de ti mejor que tus palabras -R.M.J.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Micaela, tan sólo una perra pitbull.

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Esta es la historia de Micaela, hembra raza Pitbull adulta, supongo que tiene más de 7 años. Dado que ella fue abandonada, es muy difícil calcular la edad (los perros que han pasado mucho tiempo sobreviviendo en la calle, adquieren ese tinte opaco que les deja la tristeza).
. Micaela, llegó a mi vida el sábado 20 de Diciembre 2008. Ese día, con mi amiga Luz, terminábamos nuestro recorrido semanal por el sector Bajos de Mena, cuando en la gasolinera ubicada enfrente al cementerio, algo llamó nuestra atención. Nos acercamos a mirar y lo que vimos nos dejó espantadas: una perrita piel y huesos, llena de sarna, garrapatas, úlceras en los ojos, además de una patente infección. No podíamos creer cómo esta pobre criatura había resistido hasta ese momento. Más allá de la raza flotaba una realidad conmovedora.
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Los empleados de la Estación de Servicio nos informaron que llevaba días vagando por los alrededores y que no comía, pues rechazaba el alimento que ellos le ofrecían.
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De inmediato nos pusimos mano a la obra. La llevamos al veterinario para que empezara a tratarle sus múltiples dolencias gestadas en el sufrimiento más atroz. Lo más grave fueron las úlceras corneales, ya que perdió la visión de uno de sus ojitos.
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Jornada tras jornada adquiría mejor aspecto. Micaela subió de peso. Fue esterilizada. Empezamos a buscar un hogar adoptivo. Tenía que ser una familia muy especial; que conocieran perros de su raza y supieran manejarlos; con suficiente espacio y ser perro único en la casa. Algunas personas nos contactaron pero nadie apropiado, no me importaba, eso me permitía gozar más tiempo de su compañía.
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Es una perra magnífica, se desenvuelve muy bien a pesar de no tener la visión al 100%. Eso demuestra la entereza de su raza (que llaman peligrosa). Es obediente, leal, cariñosa, estupenda compañera; de esas que dan la vida por su dueño.
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Más de una vez me pidieron que la dejara en la gasolinera, ya que su presencia impone respeto, y además, forma un buen equipo con los otros dos perros que acompañan al guardia nocturno.
Pasaron las semanas, los meses, y ese hogar que Micaela esperaba nunca llegó. Finalmente nos resignamos a que su casa fuera la Estación de Servicio.
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-Después de todo no es tan malo -nos decíamos Luz y yo.
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Pasó el verano, llegó mayo y el otoño con sus mañanas frías y sus árboles sin hojas. Mis visitas a la gasolinera ya son cosa de rutina, pero algo me alarmó; Micaela empezó a cojear. Pensé en un golpe. Se lo pregunté a los empleados del surtidor, y nadie sabía nada. La cojera continuó por días, hasta que finalmente la evaluó un especialista y el diagnostico fue lapidario: Discoespondilosis Deformate, enfermedad degenerativa a los huesos, no tiene remedio. Micaela gradualmente irá perdiendo la movilidad en sus extremidades, hasta que finalmente quedará impedida y postrada. Y todo eso acompañado de intensos dolores.
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No consigo imaginar peor destino para un animal como un pitbull (ningún animal lo merece). Micaela, a pesar de no ser joven era toda energía, llena de vida, fuerte. Salía a recibirme cuando llegaba, corría a mi encuentro junto a los otros perros. Ahora camina con dificultad, le cuesta acostarse y mucho más ponerse de pie. Aún sale a recorrer ”su territorio”, pero ya sin la vivacidad de antes. Me duele verla así, aunque me conforma el hecho de que estando a mi lado tendrá alguien que la ayude a sobrellevar su enfermedad hasta sus últimos minutos. Todos los días le doy sus medicinas. Toma Condrovet y Pinalox. La abrazo y la acaricio más que de costumbre. Hago lo posible para que se sienta querida y amparada.
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No conozco la enfermedad que padece. El médico que la atiende dice que no tiene cura, y lo único que se puede hacer es tratar de frenar en algo el avance a fin de que no sea tan rápido, pero que no sabe cuanto tardará en quedar totalmente postrada.
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Mientras estoy con ella la observo. Ambas nos miramos a los ojos. Y cuando eso sucede puedo sentirla, captar su desconcierto al ignorar porqué ya no corre ni camina rápido como lo hacía antes. Con una lágrima tiritando entre las manos, trato de explicarle que está enferma, y las medicinas que le estoy dando tal vez la puedan ayudar… Pero me quedo sin palabras… Se me anuda el corazón… Entonces me abrazo a ella y paso mucho rato a su lado. No quiero que se sienta sola. Ella merece conocer el otro lado de la moneda; si una vez fue maltratada y abandonada, eso ya pasó. Ahora es tiempo de disfrutar, de sentirse querida, aceptada, y sobre todo, protegida.
. Le he acondicionado un pequeño espacio para que duerma, dentro de las instalaciones de la gasolinera. Puse varias mantas sobre un cartón buscando aislarla del frío cemento del piso. Los inviernos son duros aquí en Puente Alto (RM, Chile). Estamos muy cerca de la pre-cordillera de los Andes y las temperaturas usualmente bajan de 0 grados en las mañanas. Este fin de semana iré a verla, y le pondré más cartón entre sus mantas y el suelo. También le agregaré otra manta para hacer más blanda su camita.
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Un amigo, Raúl Antonio, me escribía a propósito de Micaela: “Ella ya encontró hogar. Un hogar es dónde existe el amor entre los seres y Micaela lo halló en ti, en tu corazón. Ahí vivirá por siempre. Micaela ya no busca hogar. Ya lo encontró”.


En lo referente a su enfermedad, recibí esta información: “Gabriela, te cuento que existe una posibilidad de mejora para Micaela, por lo menos de mayor alivio. Es un tratamiento de acupuntura. He visto el resultado en un gatito con la columna dañada, que ni siquiera tenía sensibilidad en sus patitas. Mejoró mucho. No camina aún pero al menos recuperó la sensibilidad. En perros con problemas de discos, o en los huesos, también funciona muy bien”.


El intento no cristalizó en felicidad.
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Micaela murió el 22 de octubre de 2009. Pocas personas lo saben. Ambas estábamos muy solas al final y su último mes de vida fue traumático para las dos. Después del desenlace nunca más volví al lugar donde ella vivía.
Tampoco quise escribir su final en mi blog, ya que hasta el día de hoy siento que le fallé. Qué no hice todo lo necesario para poder salvarla. Sus cenizas están en mi casa, ¡ese es su hogar! Pero ella vive en mí. Siempre ocupará un lugar especial en mi vida y en mi corazón".
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Gabriela MejíasSantiago, Chile.
http://gabrielamejias.wordpress.com/


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PUBLICADO POR RICARDO MUÑOZ JOSÉ


http://linde5-otroenfoque.blogspot.com/2011/09/micaela-tan-solo-una-perra-pitbull.html Aquí puedes dejar tu comentario. La autora lo agradecerá. No olvides que el estímulo encamina a muevas obras.

2 comentarios:

CUNICAN dijo...

Al menos Micaela encontró a alguien en el final de su vida que le demostró que el amor existe.. Desde su Arcoiris seguirá a tu lado para siempre, y allí te esperará, porque tu has sido su ANGEL...

Fabienne dijo...

Hermosa historia, digna de ser contada y ha de servir de ejemplo. Micaela se fue sabiéndose querida, reconciliada con el ser humano, eso es muy importante. Supo lo que era una caricia, un abrazo y un beso, y sobre todo saberse respetada y cuidada. Desde donde esté, velará por todos, lo se. Gracias por contar su historia.