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Cuando nací, mi dueño no sabía qué nombre ponerme. Mi madre se llama Canija y mi padre Bandido, aunque no tiene nada de malhechor. Son los nombres típicos que nos suelen poner, a los galgos. Cuando a nuestros dueños se les acaban las ideas, nos ponen nombres de otros animales, o de cosas como Gusano, Lagartija, Culebra, Cartucho, Veneno, Zurrón… En fin, como no somos gran cosa, ya se sabe...
. Nací junto a mis ocho hermanos, un frío día de Diciembre, cerca de Toledo. La mano, dura y áspera del galguero enseguida nos alzó para examinarnos de cerca. Esto es para detectar a los que valemos para cazar, para criar, o para nada. Yo no supe que no valía para nada hasta que tuve seis meses de vida, para entonces ya tenía el cuerpo cubierto de cicatrices y de golpes. Mi dueño me apartó del costado de mi madre en cuanto pude comenzar a corretear. Mama, la pobre, me observaba con mucha tristeza desde su jaula, donde la mantenían apartada.
A nosotros nos tenían en el patio, donde hacía mucho frío porque en Toledo el invierno es una cruda realidad, sobre todo para nuestra raza, ya que tenemos poquito pelo. Pero a nuestro dueño eso parecía no importarle, total, él siempre iba bien tapadito. Nos estuvieron observando varios días, dicen que nos ponían a prueba. Como yo no sabía qué tenía que hacer, me quedaba quieto sin moverme, creo que por eso decretaron que no sirvo para nada. Poco a poco fui notando que me echaban menos comida, mis hermanos comían antes y más cantidad que yo.
Un día me arrojaron a la parte trasera del todoterreno de mi dueño, y nos fuimos de viaje. Junto a él iba otro señor, y discutían. Yo tenía mucho miedo. Uno hablaba de cuerdas, sogas y decía que había que colgar algo de un árbol, y el otro le mencionaba no sé qué de un reglamento y que era mejor “dejarlo en el campo o atado a la puerta de una protectora”. Ignoraba que se referían a mí. No sabía que el cariño de mi dueño era tan poco, hasta el punto de considerar que no valgo ni el cartucho para matarme. Desconocía que podía acabar colgado de un árbol….Finalmente me dejaron atado a la puerta de un refugio. Cuando vi alejarse el todoterreno, traté de seguirles, pero enseguida noté el tirón de la cuerda en mi cuello.
Tras el muro de aquél refugio, podía escuchar un concierto de ladridos, todos furibundos, porque mis semejantes me habían olido, y olían mi miedo. Me tumbé en el suelo. Lloré, y lloré, hasta que se hizo de noche. Cayó el frío de nuevo. Quería ver a mi mama.
. Una caricia me despertó. Una voz muy suave me estaba hablando. Noté cómo colocaba algo caliente sobre mi cuerpo y me levantaban en brazos. Unas voces amigas me decían cosas bonitas mientras me subían a una mesa de metal y un señor con bata verde me examinaba de arriba abajo. Olía raro en aquella estancia, y yo por si acaso, me hice un pequeño pipi para que supieran que mi olor era importante también.
. Tras curarme las heridas de la última paliza, mirarme los dientes, y ponerme un collar que olía fatal, me pincharon un líquido y me dieron unas "chuches" diciéndome lo bueno y guapo que era. Los miré con mucha humildad porque nunca me habían dicho nada así. Luego vino una señora que me hizo muchas fotos, y me dijo no sé qué de Internet y de adopciones en el extranjero. No entendí nada, porque mi atención estaba puesta en tratar de conseguir las "chuches" que habían sobrado, y que estaban en el bolsillo del señor de la bata verde.
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A los pocos meses vino una de las voces amigas, y me dijo:
-Harry, hoy te toca a ti.
No comprendí qué era lo que me tocaba, pero debía ser algo bueno, porque todos parecían muy felices.
Me pusieron un abriguito negro de lana, me dieron un beso en la frente, y me metieron en una jaula. Escuché sus voces diciéndome:
-Sé feliz Harry, ya se acabó lo malo.
No entendí que lo malo había terminado, porque aquello fue espantoso, estuve 24 horas en una jaula viajando, sin comer, sin saber adonde iba, en la oscuridad, y pasé mucho miedo.
Al reencontrarme otra vez con la luz del día, lo primero que vi fueron unos brazos extendidos, y enseguida me dieron muchos besos. Era una señora y un niño que no paraban de sonreír. Fui llevaron a una casa, y allí me enseñaron un cesto enorme, con unos cojines hermosos y mullidos, repitiéndome que aquella era mi casa, mi cama, mi familia, mi nueva vida, y ellos no pretendían ser mis dueños, sólo mis amigos.
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Tardé poco en entender que había sido “adoptado” y que sirvo para algo, como dice mi flamante mami, sirvo para dar amor, cariño y ternura. Sirvo para dar ejemplo, y enseñar que se debe respetar a los animales, nunca pegarles, maltratarlos ni abandonarlos. Soy un ejemplo de lo que mi anterior “amo” y sus semejantes son capaces de hacer, pero también soy el testimonio de la lucha que llevan a cabo muchas personas anónimas en la protección animal.
Soy Harry, soy un galgo, soy un animal de compañía.
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Texto de: Fabienne Tremblé
PUBLICADO POR RICARDO MUÑOZ JOSÉ
http://linde5-otroenfoque.blogspot.com/2011/09/el-viaje-de-harry.html (Aquí puedes dejar tu comentario. La autora lo agradecerá).
ATENCIÓN: Las fotos no pertenecen a Harry.
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7 comentarios:
Hay muchos, demasiados Harrys en este País pero cada vez son mas las buenas personas que como éstas ayudaron al pobre galgo, he llorado con su historia y sobre todo pensando que muchos como él sufren en silencio y en la mayoría de los casos no llegamos a salvarlos de sus salvajes dueños.
Que panzón de llorar de buena mañana.. Ojalá todos los Harrys de este puñetero país tuvieran la misma suerte.
Muchas gracias por compartir esta preciosa historia con todos :)
Maravilloso, simplemente maravilloso... gracias a todos esos heroes anónimos que le han dado la felicidad a tantos "Harrys", sois lo más importante que tenemos.
Maravillosa la gran Historía de Harry, pero como el ahí much@s y gracias a la asociaciones que se encargan de rescatarl@s. Muchos tenemos la suerte de tener a un@ de ell@s con nosotros, para disfrutar de su gran compañía y amor.
Que no solo un perro de caza vale para este trabajo. El cual cuando no cumple sus funciones para ello lo destrierran a un abandono y destierro inhumano.
Cuando los rescatan ellos nos enseñan que no guardan rencor ninguno, y si están dispuestos a luchar por su vida dandonos así el mayor amor que ningún ser pueda dar.
Pon un Galgo en tu vida ganarás un amigo y compartirás el sófa.
Impresionate porque es totalmente cierto,me ha emocionado me ha llegado al alma,cuando parece que nadie nos entiende que somos un grupo de locos y lees algo asi solo puedes decir gracias gracias gracias
Una historia preciosa, ojalá todas acabaran así.
Ojalá las personas estuvieran así de concienciadas con el respeto ya sea hacia los animales, personas y nuestro entorno.
Ojalá algún día cambien las cosas y dejen de repetirse historias como las de Harry y otros muchos en peores situaciones.
No he podido terminar de leerlo, cuando me encuentro con cosas asi se me revuelve el higado y me gustaria ser una perra antes que un ser humano de tal calibre. Solo acierto a entender que el hombre haga semejantes salvajadas a los animalitos, leyendo sobre el comportamiento de los sicópatas; dichos sicópatas se forman por traumas en la infancia y maltrato infantil, debemos atajar por ahi, de lo contrario no acabaremos con semejante barbarismo.
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