Se llama “Niño”. Su casa dorada se levanta a un metro del suelo. Canta de alegría en las mañanas y de tristeza en las tardes. Languidece en soledad hace un par de años. Es blanco y hermoso. Dos hilos grises lo recorren desde el hombro hasta la punta de sus alas. Igual que yo, es un prisionero. Si la libertad no significara su muerte ya lo habría liberado.
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Hoy salí al patio para saludarlo. Inmóvil frente a él, lo observaba con una mezcla de pesar y alegría. Quizás por mi quietud, el otro personaje de esta historia no percibió mi presencia. “Niño” se agitaba inquieto. Afiló su pico contra el travesaño y de tres saltitos recorrió su celda.
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.De pronto, un soplo de libertad verde iridiscente que agitaba sus alas con velocidad se detuvo junto a nosotros. Minúsculo y burlón miró hacia la jaula con aire de conmiseración. Detrás de los barrotes, “Niño” leyó los caminos del colibrí en sus ojitos de botón y su alma de canario sonrió. El néctar resbalaba por el pico del recién llegado..
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.En ese momento, el pajarillo me descubrió. Le hizo una venia a su amigo y se alejó con rapidez dejando un zumbido verde en el recuerdo. Por largo rato, los ojos del canario siguieron clavados en el firmamento. Luego, me miró.
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Sentí una profunda tristeza por él y por mí. Era tarde. Apenas tuve tiempo de ponerme mi traje a rayas blancas y negras y de ajustarme con firmeza los grilletes a los tobillos. Agarré mi maletín, me tomé una taza de café y salí a trabajar con la misma prisa petulante del colibrí.
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CARLOS EDUARDO VÁSQUEZ - Colombia
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Carlos Eduardo Vásquez, es también autor del relato "Un libro sobre mí mismo", que aparece en Linde5-Galería de Las Letras.
3 comentarios:
Un cuento contado con mucha poesía. De entrada capta la atención y se llega a pensar que el personaje es un pájaro. Pero no. El discurrir del relato lo llevas con mano firme, sin dar pistas, y dejas la interpretación del desenlace en el razonamiento del lector; como los grandes escritores.
Carlos, tu aporte, es valioso, y no tengo dudas que los futuros visitantes sabrán ver la calidad de "El preso, la prisa y la prosa".
Por mi parte, te dejo una palabra muy común, pero no por eso menos sincera; felicitaciones.
Tito Grandi
Carlos, un texto inimitable; de altísimo valor artístico.
Tu prosa es impecable y el final del cuento inesperado.
Yo también, al igual que Tito, pienso que "El preso, la prisa y la prosa" en Linde5 dejará su huella.
Me encantó ver el colibrí, un pajarito muy común por estas tierras (aunque aquí lo conocemos por "picaflor")
Un saludo desde Asunción.
Un escrito muy poético, Carlos Eduardo. Has condensado todo en una metáfora existencial, y lo resuelves pasándole la interpretación al lector.
De entrada me invitaste a la emoción; "Canta de alegría en las mañanas y de tristeza en las tardes". Después me diste un respiro de ternura, con el encuentro de Niño y el colibrí: el pajarito preso y el pajarito libre, simbolizaban la realidad y el sueño del hombre que los miraba.
¡Eres un maestro, Carlos Eduardo!
Enhorabuena
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